La historia «democrática» de Nicaragua.

Andrés Pérez Baltodano expresa que en Nicaragua la democracia no ha sido un factor determinante para que una agrupación política o grupo de personas, obtenga el poder. También expresa que nuestra cultura política nos hace violentos y poco tolerantes con las personas que tienen una ideología política distinta a la nuestra. En el mismo sentido, en una encuesta de percepción de la gente acerca de cultura política publicada por FUNIDES a inicios de 2021, se concluye que la población, si bien apuesta a un modelo democrático, está dispuesta a elegir a un presidente con características caudillistas que tenga un buen discurso, características que están muy por encima de si tiene una preparación profesional o no.

Estos argumentos y datos, no son más que un esbozo de nuestros casi 200 años de vida política como un país soberano, marcando y demarcando, además, nuestras dinámicas en el campo de la gestión el poder. Las luchas, pugnas y guerras han sido una constante en nuestra historia que se muestran como espejos cada cierto tiempo, dando la impresión de que constantemente repetimos la misma historia, como expresaría Mario de Franco en un estudio publicado en 2010, augurando, en ese tiempo, una nueva crisis en los años venideros que efectivamente sucedió.

Las elecciones generales en Nicaragua han mostrado a lo largo de la historia, una paleta de colores que toma matices de acuerdo a la coyuntura imperante. Así, apartir de 1826 hasta 1990, se vivió una inestabilidad política cuyas reglas para las elecciones generales casi nunca se cumplían o iban sesgadas por la influencia de agrupaciones políticas que tenían acaparado el poder y dominaban por largos periodos de tiempo como «los 30 años conservadores» al igual que la presidencia de José Santos Zelaya, la dictadura de la dinastía Somoza y la revolución popular sandinista, todos estos periodos estuvieron marcados por revoluciones e intervenciones que fortalecían y consolidaban esa cultura bipartidista, de bandos, que actualmente nos describe como sociedad.

En 1990 inicia un periodo de democracia que garantizaba el desarrollo de elecciones libres y observadas por organismos internacionales, lo que no obstruyó pactos futuros entre agrupaciones políticas que marcarían el destino de las futuras contiendas electorales, como el pacto «Alemán-Ortega» que le permitió a Daniel Ortega volver al poder en 2007 con el 38% de los votos, al igual que modificar la constitución para perpetuar su candidatura a la presidencia, en detrimento de las condenas y sanciones por parte de la comunidad internacional ante las violaciones de a la constitución, una cruenta represión en las protestas de 2018 que desembocaron en la crisis social, económica y política que vivimos actualmente, donde tenemos cientos de personas apresadas por razones políticas, al igual que personas obligadas al exilio, la prohibición de cualquier expresión de protesta y la presencia, en espacios públicos, de organismos institucionales dedicadas a reprimir.

En estas elecciones, donde de previo apresaron a todos los candidatos opositores y principales figuras de oposición, habiendo nulas garantías de legitimidad y libre competencia, con la presencia de Daniel Ortega que es la persona con mayor tiempo en el poder en la historia de Nicaragua; se manifiesta el eterno fantasma del caudillismo y las dictaduras de nuestros malos recuerdos. No se juega la libertad en Nicaragua, más bien seremos testigos de una conducta que tiene casi 200 años de existir.

Aquí te dejamos un cronología de nuestra historia «democrática» para entendás de forma más detallada como llegamos a donde estamos hoy.